Abrí los ojos. Todo era blanco, como la nieve en
invierno… Un fuerte dolor me recorría desde la espalda hasta la nuca.
Un niño. Mi arma. Odio.
_ ¡Estás muerto!-dijo Steve sonriendo- Agarra mi
mano. Casi lo consigues, te felicito.
_ ¿Pero qué ha pasado? ¿Me han disparado?
Steve comenzó a reír a carcajadas. Me comentó que
utilizaban una especie polímero de caucho como munición para los
entrenamientos, balas de goma. La sangre, el humo, los muertos, eran todos
espejismos generados desde la sala de control. Eso sí, tendría un moratón que me
duraría semanas en la espalda. El dolor que sentía me hacía recordar
constantemente la cara de aquel niño.
_ En una misión real, no puedes dejar nada al
azar, tienes que controlarlo todo-dijo-. Primera lección aprendida.
_ ¿Que debería haber hecho? Matarlos. A una mujer
y a un niño de no más de seis años totalmente desarmados-contesté indignado-.
_ Cuando entres en acción tendrás que lidiar con
decisiones difíciles. De estas, pueden
depender tu misión, la vida de tu compañero o incluso tu propia vida. Yo no
abogo por ir matando niños; pero tienes que tener presente todos los puntos de
vista. Lo correcto en esta situación era inutilizarlos; bien encerrándolos en
la habitación, o bien atándolos de pies y manos. Hay que improvisar en la
medida de lo posible, adaptarse a cada encontronazo, saber detectar cualquier
amenaza y neutralizarla antes de que pueda afectarte. Hoy has aprendido una
dura lección. Por suerte era solo un entrenamiento, pero no la olvides jamás.
_ Pero… la mirada que me lanzó me dolió mucho más
que el disparo. Había matado a su padre, quizás a familiares suyos, a sus
amigos. El chico solo quería verme muerto, acabar conmigo.
_ Tienes que saber algo. Matar a alguien es muy
fácil. Solo es apretar el gatillo del arma. Cualquiera lo puede hacer. Lo
realmente complicado es lo que viene después. El aceptar que le has quitado la
vida a alguien, que no podrá volver a hablar, a soñar, a respirar, a vivir. Y
solo si sabes que tus razones son poderosas, podrás lidiar con ello. Si no,
estarás perdido. Muerto por dentro. Pero no te agobies tanto.
Volvamos a
control. Seguro que les has impresionado.
Fuimos caminando por la sala de entrenamiento.
Todo estaba como si no hubiera pasado nada. El blanco era puro nuevamente.
Anduvimos algunos kilómetros hasta que
alcanzamos la entrada a la sala de control. Desde la entrada no se me hizo
que la SEA (Sala de Entrenamiento Artificial) como me
dijo Steve que la llamaban, fuera tan enorme; no dejaba de sorprenderme. Por
fin llegamos a la puerta y entramos.
_ Debo felicitarle, Leo. Nos ha sorprendido.
–Dijo Naomi-. Pero quiero que tenga presente que la misión ha sido un fracaso.
En un campo de batalla real, hubiera perecido.
_ Gracias -contesté- No volverá a pasar.
Comenzamos a dejar todo el equipo que nos sobró
en la sala de control. Los técnicos
encargados de manejar SEA no decían nada. Estaban totalmente enfrascados en los
datos recogidos. Parecían sorprendidos, incluso alguno me lanzó una tímida
mirada. Nadie dijo nada.
_ Vuelve a tu habitación, date una ducha y come
algo. Pasaré esta noche a visitarte.
Acepté sin más y después de despedirme de Steve,
abandoné la estancia para dirigirme al ascensor. Bajé a mi dormitorio.
(Continua tras el salto)