miércoles, 17 de abril de 2013

Luces de Neón






El tiempo en aquellos días pasaba lentamente, los segundos se convertían en horas y las horas en una eternidad.

A sus 19 años, Sofía había olvidado el tacto cálido de un abrazo sincero.  La cálida voz de su madre, hacía años que se perdió en un mar de alcohol que consiguió llevarla a la tumba. Las deudas contraídas en su viaje a España la tenían atada a Igor, el hijo de puta que regentaba el bar donde cada noche perdía una chispa de su ser. Promesas de una vida mejor en un nuevo país la habían atado de por vida, y el miedo a la represión de una mafia brutal conseguían apaciguar sus ganas de huída.  
El séptimo cielo era el nombre del  local. Situado a las afueras de Madrid, acogía con los brazos abiertos  a toda clase de calaña día tras día.
Cada vez que se encendían los neones rosas su cuerpo se estremecía. Muchas veces prefería cerrar completamente las ventanas de la habitación que tenía asignada para no enterarse de la apertura del local. Pero le era imposible, al cabo de un par de días, el simple sonido de los cebadores alimentando al tubo de neón conseguía revolverle el estomago.


(Continua tras el salto)