Son las 5 de la tarde, no tengo tiempo, no necesito más
tiempo. Esta historia es cruda, natural, sale como tiene que salir, no habrá
arreglos, no habrá correcciones. No lo necesita.
Circulaba a 160 km por hora en plena ciudad de Sevilla. Detrás
de mí, gente de la peor calaña, no los conocía, y no los quería conocer. La
razón simple. 2 kilos de coca. No me drogo, no lo necesito. Pero mi hijo sí. Es
sencillo, el necesita un corazón, tiene 24 horas. Nos enteramos hace 2 días. Su
hijo va a morir. Eso es lo que dijo el doctor.
Va a morir, a menos que se le implante un corazón. Pero no
tenemos tiempo, no dispongo de nada más. Es la hora, es el momento de hacerlo.
Dos llamadas, un paseo por la peor de las zonas. Mi ropa era cara. Cadenas de
oro, buen reloj, y un Mercedes alquilado. Todo para aparentar.
Llegué a las 3000, pregunté, me informé. La llamada me envió
al nº 20 de la calle merced. Pregunta por Paco. El tiene de la buena. De la
buena y en mucha cantidad.
Continua tras el salto