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Capítulo 3
Jason`s era un pequeño pub que estaba a unos
cinco minutos a pie del trabajo. Era un agradable local, en donde servían
copas, ponían rock clásico y de los 90 y en donde, algunos días, solíamos
relajarnos después del trabajo. No era muy caro, pillaba cerca y nos gustaba pasar el rato
charlando en él.
El local estaba decorado como el típico pub
irlandés, mesas de madera, bancos de madera, mucho verde, banderas de Irlanda,
botellas de Whisky irlandés y unas variopintas fotografías de gente bebiendo
cerveza en grandes jarras de cristal. Siempre me había rondado por la cabeza
que poco habíamos cambiado. Tantos años de evolución, avances, prisas y
carreras por ser el mejor, para acabar
en el mismo tugurio bebiendo copas con los amigos y disfrutando como si nunca
antes lo hubiéramos hecho. Al igual que nuestros padres o nuestros abuelos lo
hicieron mucho tiempo atrás.
Se escuchaba de fondo The Cardigans, My Favourite
Game. Adoraba ese tema, aunque siempre
me hacia recordar el videoclip que acompañó a la canción y que conseguía
ponerme nerviosa.
(Continua tras el salto)
Miré el reloj, las nueve y cuarto. Hacía una
medía hora que Paola se fue a casa.
- No creo que venga-dijo ella-, hace ya mucho que
tenía que haber llegado. Ya sabes que no le gusta mucho eso de salir de copas,
se habrá ido directo a casa. Me tengo
que ir, todavía tengo que recoger a los niños.
Pero era extraño, él me dijo que iba a venir, esa
misma mañana. No le gusta salir, es verdad, pero no me dejaría tirada, ni a mí,
ni al resto. No es que Leo sea el adalid de la simpatía, de hecho es bastante
reservado, pero algo raro le ha tenido que pasar para no venir esta noche.
A mi cabeza vinieron los recuerdos de esos dos
monos trajeados que llegaron esta tarde a la oficina. Joder que grandes eran.
¿Estaría Leo metido en algo serio? No, no lo creo. No sería capaz de matar una
mosca.
Cogí el móvil y volví a llamarlo.
_El número al que llama está apagado o fuera de
cobertura. Inténtelo de nuevo más tarde –Contestó una voz automatizada-
Me quedé pensativa mirando la fotografía de una
joven Maureen O'Sullivan recostada sobre el tronco de un árbol. Era realmente
bella.
_ ¿Quieres tomar una copa? Señorita….
La voz carrasposa
de un tipo algo ebrio me hizo apartar de mi mirada de la imagen para
encontrarme otra; no tan atractiva…
_ Simmons, Rachel Simmons. Y no, ya me voy a
casa. –Le contesté en tono firme y definitivo-
Era hora de irse, no creo que gane nada esperando
a que venga. Mañana le echaré la bronca en la oficina. Me levanté y salí del
bar.
Me dirigí a la oficina para recoger el coche y
volver a casa. El coche de Leo todavía estaba en la puerta del edifico de
oficinas, y… ¡estaba arrancado! Aceleré mis pasos y me dirigí hacia él. Pero
antes de que me diera tiempo a dar solo un par de gritos pidiéndole que se
detuviera, dio marcha atrás se largó como si no me hubiera visto.
_ ¡Esto es increíble! Toda la noche esperándolo y
ni se ha parado a decirme que había pasado.-farfullé en voz alta-
Llegué a casa, cené algo y me acosté. Tumbada en
la cama, no podía dejar de darle vueltas a la cabeza. Pensándolo en frio, no
llegué a verle el rostro en el coche, pero tenía que ser él. ¿Quién iba a ser
si no? Poco a poco el sueño logró vencerme y caí en sus redes.
A la mañana siguiente, me desperté muy cansada de
la noche anterior, y lo primero que se me vino a la mente, fue el coche
saliendo a toda velocidad el parking. Agarré el teléfono y marqué los números
de Leo. La misma voz automatizada que
respondía ayer volvió a contestar, pero esta vez el mensaje era diferente.
_El número al que llama no existe.
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