De su cabeza brotaban llamas infernales, sus ojos eran
sobrenaturales, enormes. Su mirada se clavaba en mí, cada vez estaba más cerca.
Mientras más avanzaba, mejor vislumbraba su tez blanca, era
fantasmagórica, no anunciaba nada más que muerte. Sus fauces se veían enormes,
en donde unos dientes afilados como cuchillos estaban salpicados de sangre,
posiblemente de una desventurada victima que hace tiempo dejó atrás. Pero ahora
no, ahora se aproximaba cada vez más. Venía a por mí.
Mi corazón latía cada vez con más fuerza, no sabía dónde
esconderme, seguro que me descubriría, seguro que me haría daño. El miedo me
inundó por completo y me impedía moverme.
Pude distinguir la forma de sus ropajes mientras más se acercaba, portaba una túnica tono albero, con unas
marcas metálicas y envejecidas, de forma ovalada, que le bajaban desde la nuez
hasta una cintura desmesurada en tamaño. Quizás donde ocultaba su cola de
demonio, enroscada en ella.
Sus pasos eran cada vez más rápidos, y le conducían cada vez
más a mí, permitiéndome apreciar un olor
a ocre, muy molesto, y que cada vez se hacía más fuerte en la estancia. Esta parecía
oscurecerse con cada paso que el ente del demonio daba, era extraño, las luces
menguaban tras él hasta desaparecer por completo, y solo dejaba el ligero
rastro de las llamas a sus espaldas. Tengo que hacer algo-pensé- no puede
terminar así. Pero antes de poder hacer
nada, una voz de ultra tumba salió de su boca dejándome completamente helada.
.
_He venido a verte Esther, hoy es tu día.
_ ¡Ahhh! -grité-
Solo ese grito pudo salir de mi boca. Pero… la criatura
pareció detenerse extrañada ante mi muestra de rabia. Era mi oportunidad.
Me desperté del trauma en el que estaba y ascendí las
escaleras -tenía que correr, tenía que escapar de allí-, atravesé el largo
pasillo al que las escaleras desembocaban y entré en mi habitación, desbaraté
mi cama, y me introduje en ella arropándome entera. Estaba segura. Por fin.
(Continua tras el salto)
_ ¡Odio mi cumpleaños!
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