Sigue el resto de capítulos de Re-evolución desde aquí: Re-evolución (entradas antiguas)
Empecé a abrir los ojos poco a poco, me
encontraba en la misma enfermería. La luz que anteriormente me cegaba, había desaparecido.
A los pies de la cama, se encontraba una pequeña mesita y colocadas
perfectamente sobre esta, se encontraban unas prendas de vestir. Ropa interior,
unos pantalones oscuros y una camiseta blanca de mangas cortas. En el suelo
unas botas. No tenían logotipo, ni marca alguna.
Me deshice de la bata que llevaba puesta y me
coloqué la ropa. Era muy cómoda, el pantalón quedaba ancho y casi ni se notaba.
La camiseta en cambio, era muy ajustada, lo que me permitía moverme como si no
llevara nada puesto. Me calcé las botas,
amarrándolas fuertemente y me dispuse a salir de la habitación.
Nada más cruzar la puerta, me encontré de bruces
con la doctora Naomi.
_La primera vez que nos vimos tenías muchas
preguntas. Ha llegado el momento de darte las respuestas.
(Continua tras el salto)
Avanzamos por lo que parecía un inmenso
laboratorio, cruzando un largo pasillo acristalado, que permitía ver a un gran
número de trabajadores ataviados con unos batines blancos, mientras realizaban
su trabajo. Muchos delante de pantallas de ordenadores, microscopios, muestras.
Pero lo que más me llamó la atención fue un grupo de estos, que estaban
rodeando una gran pantalla en forma de mesa, y que con gestos táctiles manejaban
datos e imágenes. La mayoría de la gente
que dejaba atrás, se quedaba mirando a nuestro paso. Me sentía observado, como
si fuera algo extraño en su pacífico ambiente de trabajo-de hecho lo soy,
pensé-
_Este es el laboratorio número tres.-dijo Naomi-.
Los mejores investigadores del mundo están trabajando en este lugar.
Estaba alucinando ante tal despliegue científico.
El color reinante en todo el lugar era el blanco. Un blanco puro que no era
interrumpido por ninguna mota de suciedad. Era sorprendente.
Salimos del laboratorio, adentrándonos en un inmenso
ascensor, la doctora pulsó un botón y nos dirigimos hacia abajo.
Las puertas se abrieron dando paso a un lugar
mucho más acogedor. La iluminación era distinta, no tan clara como en el piso
anterior. Muchos cuadros y esculturas decoraban la estancia. Una de las
pinturas que más me sorprendió, fue una en el que aparecían tres personas en la
imagen, mientras parecían estar tocando una pieza musical, dos mujeres y un
hombre. Dentro del mismo cuadro, se podían apreciar tres pinturas más, dos
sobre una pared y una tercera que estaba pintada sobre la propia tapa del piano.
Pero lo más inquietante, era el suelo, que formaba una serie de cruces
regulares, pero imposibles en una estructura geométrica normal. Era muy absorbente.
Bajo la pintura un título. El Concierto,
de Johannes Vermeer.
Seguimos avanzando y llegamos a una especie de sala
de proyecciones. La decoración muy antigua, de principios de los años veinte.
Unas cortinas rojas, bordeaban lo que parecía la tela que se utiliza de pantalla
durante las proyecciones. No era blanca. Teñía hacia un color marfil. Los
asientos estaban revestidos con una tela de algodón colorada y en una textura
basta. Los reposa manos eran de madera de roble. Unos altavoces muy antiguos estaban
colgando de las paredes, eran de madera, pero parecían estar conservados como
si del primer día se tratara. El suelo de la habitación estaba recubierto por una
moqueta en color grisáceo. Todo aquello parecía un sueño. Era como si hubiese
viajado más de cien años atrás en el tiempo para sumergirme en la América de
principios de siglo XX.
_Coja asiento señor Adams.
Las luces se apagaron y sobre nosotros un
proyector comenzó a reproducir.
1865, un monje llamado Gregor Mendel observó la
capacidad que tienen los organismos de heredar caracteres de forma
diferenciada. A estos caracteres se les llama genes. En 1941 se demuestra que
los genes codifican proteínas. Posteriormente, se demuestra que la estructura
del ADN está formada por una doble hélice en direcciones antiparalelas. Ya en
1977 se consigue secuenciar el ADN
completo del genoma del bacteriófago. En 1990 se funda el proyecto Genoma
Humano, dando resultados a los once años con un primer borrador; y en 2003 el
programa se completa con éxito.
Podemos conocer por completo cada uno de los
genes. El 98% de nuestro genoma es idéntico al de los primates. Si con solo ese
2% existe tanta diferencia entre especies.
¿Qué ocurriría si alteramos solo
una micra de ese porcentaje? El resultado puede ser espectacular.
La idea es sencilla. No podemos hacer evolucionar
al ser humano. Pero si podemos acelerarlo, adaptarlo, y seleccionar la correcta
y adecuada evolución que nuestra especie debe tratar. Esto puede ser correcto,
moral, ético, o por el contrario ser una gran aberración, según el ojo con el
que se mire. Nosotros pensamos que ayudar al ser humano es nuestra principal
misión. Y por esa razón hemos dado a luz al programa EVO “Operativo, Vital Evolutivo”.
Hemos logrado modificar el genoma humano, para
adaptar las mejores cualidades de cada individuo en un solo miembro. Pudiéndonos
encontrar en este, las mejores cualidades obtenidas por el ser humano, o
potenciar aquellas que sean necesarias. Que Einstein era un genio es por todos sabido.
Pero la mayoría no conoce que era muy malo con las matemáticas, o por lo menos
no tan bueno como la media de sus compañeros.
¿Qué hubiese pasado si además de su brillante
mente, hubiera sido el mejor matemático del mundo? Jamás lo sabremos. Nuestra
labor es precisamente que esto, no vuelva a ocurrir.
Por eso desde EVO, trabajamos día a día para
lograr encontrar aquellas personas que son maravillosas en su campo, y poder
lograr de este modo al ser humano perfecto. Más rápido, más ágil, más fuerte, más inteligente que ningún otro.
Y gracias a nuestra labor, este sueño está cada
vez más cerca de hacerse realidad. Bienvenidos al nuevo mundo. Bienvenidos a nuestro mundo.
La proyección terminó, las luces volvieron a
encenderse. La doctora Kira se giró y me dirigió estas palabras:
_ Tú eres nuestro sueño hecho realidad.
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